por Dr. Francisco J. Rosado May
La recuperación de la economía es tarea primordial, en estos momentos y después de la pandemia por el COVID-19. Lo es para las grandes empresas y para los pequeños negocios, en comunidades rurales o ciudades. Con este enorme reto y en la vorágine del momento, corremos el riesgo de entender y atender las necesidades de todos los tipos de negocios y empresas bajo un mismo concepto y modelo de economía guiado por el mercado y las ganancias. La presión es fuerte, las políticas públicas están diseñadas bajo ese enfoque. Si algún grupo comunitario piensa en proyectar su negocio más allá del área a su alrededor, digamos incursionar en Cancún o Playa del Carmen, o incluso exportar a otro país, debe hacerse esta pregunta: ¿Es posible que tengan éxito negocios o pequeñas empresas que se crean en una comunidad rural o indígena?
La respuesta está en aceptar que hay elementos comunes y no comunes entre las empresas y negocios cuyo diseño funciona bajo el modelo guiado por el mercado, con aquellas empresas que funcionan en comunidades rurales o indígenas. Ambos comparten tres grandes momentos: el primero es la forma en cómo se crea el producto, el segundo es cómo se comercializa, y el tercero es la forma en cómo el ingreso regresa a la empresa y se distribuye. Mismos momentos, pero diferentes formas de trabajo; esto es lo que hay que hacer visible.
La forma de trabajo del modelo guiado por mercado y ganancias no necesariamente ha sido el más adecuado para las empresas y negocios comunitarios. En buena parte por ello se han desarrollado modelos de economía alternativa como comercio justo, economía solidaria, economía campesina, equidad comercial, entre otras. Todas ellas importantes y aplican en contextos urbanos o rurales/comunitarios, indígenas y no indígenas.
No obstante, las economías alternativas también siguen mejorando su entendimiento y atención a las empresas y negocios que se crean en comunidades rurales/indígenas. Uno de esos aspectos, que están emergiendo al estudiar los procesos que explican el éxito o fracaso de los negocios en comunidades, es el de la influencia de la cultura en el negocio. Con la enorme presión de políticas públicas y modelo económico dominante, los principios culturales locales están tendiendo a desaparecer en los negocios. La investigación desarrollada en la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo indica que, al perderse esos principios, la probabilidad de fracaso se incrementa notablemente. En contraste, cuando un negocio creado por indígenas o personas de una comunidad se maneja guiado por sus propios principios culturales, su probabilidad de éxito aumenta en forma significativa. En otras palabras, aquellos negocios indígenas que en el momento de la producción del bien que van a comercializar, lo hacen mediante la cooperación, la toma de decisiones horizontal, el respeto a la naturaleza y del uno al otro, así como el contacto continuo y directo con los consumidores, en vez del manejo convencional que implica una organización piramidal, relación jefe-empleado, toma de decisiones vertical y con base en un plan de negocios (elementos propios de la economía convencional) su probabilidad de éxito oscila alrededor del 80%. Pero si el mismo negocio indígena trata de adoptar los principios de la economía convencional, que provienen de otra cultura y cosmovisión ajena a la suya, tiene alrededor del 80% de probabilidad de fracaso. No es fácil abrazar exitosamente otra forma de pensar, otra cultura, y esperar hacerlo bien. Ciertamente, no es imposible, pero sí es bastante difícil.
Al comercializar el producto, se puede ubicar dentro de la misma región cultural y no tendría mucho problema. Pero si trata de ubicarlo en otra región, con una cultura diferente (por ejemplo vender en Cancún o en Europa), entonces se tiene que desarrollar una estrategia diferente. Y no es nada más saber el otro idioma u otras costumbres para tratar de adaptarse a ellos (tal y como la economía convencional trata de solucionar una situación de negocios en un contexto multicultural). Una alternativa es, efectivamente, conocer bien la otra cultura y sus principios y valorar la probabilidad de éxito comercial. Otra alternativa es, tejer una red multicultural posicionando elementos en común entre culturas o posicionando valores que pueden representar un impacto positivo en la comercialización del bien o bienes que la comunidad produce. Por ejemplo, los productos orgánicos, libres de pesticidas, forman parte de valores comunes entre los indígenas/rurales y un sector creciente en la cultura occidental. Para diseñar una estrategia de comercialización exitosa habrá que examinar muy de cerca cada caso. En la economía convencional la ganancia de la comercialización se distribuye en forma de pirámide inversa, ganan más los directivos, mientras más alto el nivel, mayor ganancia. En los negocios exitosos de comunidades rurales/indígenas hay una distribución más horizontal de las ganancias, incluso en beneficio de la comunidad. En otras palabras, los negocios interculturales, con sólidas pero a la vez flexibles bases interculturales, permiten ir más allá de la multiculturalidad, tienen un mejor futuro. Pueden apoyar los procesos que han iniciado las economías alternativas, fortalecer el tejido social y contribuir al desarrollo sostenible, durante y después del COVID-19. CONTACTO Dr. Francisco J. Rosado May francisco.rosadomay@gmail.com
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