por Abraham Puebla Castro · Alianza Peninsular para el Turismo Comunitario (APTC)
Una plaga de algas filamentosas verdes en Isla Arena, cenotes que tragan sus plataformas al subir 3 metros de nivel, lagunas que se conectan y crecen sobre instalaciones en Quintana Roo. Son algunos de los fenómenos que se presentaron en cuerpos de agua después de los 4 huracanes registrados del 2020 en la Península de Yucatán, uno de los años históricamente más húmedos.
Laguna de Síijil Noh Há que forma parte del Sistema Lagunar Ocom, en Felipe Carrillo Puerto.
Foto: Abraham Puebla Castro
El 22 de marzo fue el Día Mundial del Agua, declarado por las Naciones Unidas desde 1992 en una conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro para recordar la relevancia de este líquido esencial y hacer consciencia, que a pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, 2200 millones de personas viven sin acceso a agua potable.
Cada día escuchamos más sobre la importancia del agua en nuestras vidas, es prácticamente imposible vivir sin ella, en ese sentido, es esencial entender la importancia de cuidarla, y valorarla tanto para nuestro consumo pero también para las generaciones futuras. El tema de este año aborda el valor que le damos al agua.
En la Península de Yucatán hay múltiples cuerpos de agua, a los que se les atribuye un valor turístico como lo son los cenotes, lagunas o humedales, sin embargo para la gente local que administra proyectos de turismo comunitario en muchas ocasiones también representa su hogar o entorno inmediato.
Cuando se trabaja y se vive cerca de un cuerpo de agua uno puede aprender a percatarse de sus ciclos y cambios, nota cuando sube de nivel el agua, cuando contiene cuerpos “extraños” o cambia de color. Lo que no resulta tan evidente de ver es lo que genera con estos cambios pues en muchas ocasiones es más complejo de lo que parece.
En 2020, cuatro huracanes azotaron la Península de Yucatán y generaron lluvias torrenciales de tal magnitud que alteraron los cuerpos de agua de la región. Por ejemplo, la Laguna de Bacalar ha perdido sus colores, debido a la contaminación y obstrucción de canales por sedimentos, sin embargo no es la única que se vio afectada después de las tormentas.
En Isla Arena, Campeche, en especial durante las tormentas “Cristóbal y Delta” que generaron daños a la infraestructura, pérdida de cultivos y huertos, un alga cubrió durante meses la ría matando a peces y cambiando el paisaje.
Algas en Isla Arena, después de las tormentas y huracanes del 2020.
Foto: Rossana Rivero
Rossana Rivero socia de la cooperativa Wotoch Aayin, nos cuenta que después de las tormentas, se percataron de algunos cambios, pues aunque el nivel de agua tardó poco tiempo en volver a la normalidad, el exceso de agua bajó la salinidad en la ría provocando que muchas mojarras de agua dulce se adentraron en estos espacios a los que no suelen acercarse. Lo más extraño fue el crecimiento excesivo de una alga filamentosa verde que cubrió gran parte de la ría matando a muchos peces y camaroncitos. Aunque su familia lleva prácticamente toda su vida en la Isla, no habían visto antes que esta alga creciera tanto como lo hizo en esta ocasión. Rosanna considera que es en parte por el cambio climático y dice que este 2021 estarán alerta antes las próximas tormentas.
Por otro lado en Yucatán, el cenote Xooch, ubicado en Cenotillo, subió 3 metros sobre su nivel usual tragándose las escaleras. Ananías, socio de la cooperativa que administra el cenote, comentó que aunque ya han pasado más de 6 meses después de la tormenta y el cenote sigue metro y medio por sobre su nivel y aunque este suele variar, nunca había tardado tanto tiempo en bajar el nivel del agua.
Cenote Xooch, ubicado en Cenotillo, Yucatán
Foto: Abraham Puebla Castro
Mientras tanto en Felipe Carrillo Puerto, el Sistema Lagunar Ocom, creció más de 15 centímetros desde el borde de la laguna que fue suficiente para conectar las lagunas, romper una piscina, tragarse la “zona de acampado” y muelles hechos hace más de 10 años. Solane, socia de Balam Nah, un proyecto de turismo comunitario en el lugar, comenta que la laguna suele volver a su nivel en poco tiempo pero hasta el momento varias zonas siguen inundadas, y que entre otros cambios notaron que crecieron varias plántulas de manglares en las orillas de la laguna.
Zona de camping en Balam Nah, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo
Foto: Abraham Puebla Castro
Un reciente estudio publicado por el PPD analiza los flujos superficiales que llevaron a esas consecuencias. Concluye que aún hace falta mucho por investigar sobre el sistema subterráneo peninsular, preferentemente con procesos de ciencia ciudadana privilegiando el conocimiento local, como es el caso en Isla Arena y Felipe Carrillo Puerto.
Aunque son diferentes los sitios en los que podemos observar cambios, no podemos olvidar que forman parte de los sistemas de agua en la Península y que el cambio climático, las tormentas y la contaminación y otros fenómenos pueden alterarlos. Hoy más que nunca debemos valorar el agua y la manera en la que la relacionamos con esta. ¿Tú cómo te relacionas con el agua y que valor tiene para ti?
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