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La economía de las abejas

Actualizado: 25 may 2022

por Sébastien Proust y Eduardo García Frapolli*


Recientemente, investigadores aliados del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), nos compartieron una nueva propuesta para entender la economía desde una perspectiva de sustentabilidad. Dicha propuesta, que rompe con lo que tradicionalmente se enseña en las universidades y escuelas de economía, está planteada en el libro “Economía Rosquilla. 7 maneras de pensar la economía en el siglo XXI”, escrito por Kate Raworth, investigadora del Environmental Change Institute de la Universidad de Oxford, Inglaterra. El libro fue publicado en 2017 y debido a su éxito ha sido traducido en 18 idiomas.



Llama la atención el modelo: propone por un lado garantizar que a nadie le falte lo esencial para vivir, muy en la línea de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): Salud, educación, vivienda, equidad de género, paz, voz política, entre otros. Ese sería el “hueco” de la rosquilla, los fundamentos sociales. Por otro lado, argumenta que garantizar esas necesidades se debe de hacer sin que colectivamente (el mundo entero) sobrepasemos los límites del sistema que permiten la vida en el planeta: suelos fértiles, una capa de ozono protectora, un clima estable, mantenimiento de la biodiversidad, garantizar el agua dulce, entre otros. Eso sería la parte que rodea la rosquilla, el techo ecológico. La propuesta sería entonces, satisfacer las necesidades básicas universales sin rebasar los límites naturales del planeta.


La propuesta, en concreto, es crear una economía regenerativa que no esté basada en un sistema degenerativo que nos propone que más es mejor. Para ello debemos romper con el paradigma de más de 50 años de que el objetivo de la economía es el crecimiento económico. Un crecimiento económico que, nos dicen, va a limpiar el desastre que está generando. De acuerdo con la autora, “está claro que necesitamos conceptos y medidas más ricas de hacia dónde deberían apuntar nuestras economías”. El modelo está experimentando un auge importante, siendo incorporado desde el nivel comunitario, hasta ciudades como Ámsterdam, e incluso está inspirando a países enteros para generar una economía regenerativa.


La economía rosquilla ofrece una visión refrescante de lo que el desarrollo puede significar. Relacionándolo con los proyectos comunitarios financiados por el PPD desde hace 26 años, permite una reflexión sobre nuestra agenda de trabajo. Por ejemplo, toda la agenda agroecológica en milpas, sistemas agroforestales y apicultura tiene que ver con satisfacer la necesidad de alimentos y salud de la población humana sin afectar a los suelos, agua y clima. La agenda de turismo comunitario permite generar empleos e ingresos, sin afectar a la biodiversidad y al agua, por ejemplo, aplicando ecotecnias. Definir límites de visitantes en circuitos o proyectos de turismo comunitarios puede ser una forma de promover un uso justo del territorio, sin llegar a deteriorar el entorno social y natural.



Kate Raworth propone también una economía regenerativa basada en la “energía del sol”. Esta propuesta se vincula con otra línea de acción muy importante para el PPD: el manejo forestal sustentable y comunitario. Si sustituimos el cemento y la varilla, argumentos recientemente presentados en el libro de Bill Gates como una causa mayor del cambio climático, por madera con certificado de buen manejo, reforestación efectiva y cuidado territorial por las comunidades, entonces estaremos ante una actividad basada en el sol, motor del crecimiento de los jóvenes árboles.


Otro ejemplo lo podemos encontrar en la costa. El límite de la costa es fácil de reconocer. Se ha demostrado desde hace mucho que para cuidar tanto a la biodiversidad como a las comunidades costeras de los efectos de los huracanes, necesitamos proteger manglares, dunas y arrecifes, ya que constituyen el límite físico que tiene que ser preservado. La economía costera se basa totalmente en la salud de este ecosistema, y el límite ya fue rebasado en muchos sitios. Es imperativo, por lo tanto, regenerar y restaurar estos ecosistemas. Esta es una de las líneas de apoyo más importante en el PPD. Por ejemplo, dos casos muy interesantes los encontramos en el trabajo que estamos realizando con Las Amigas del Manglar en Sisal, Yucatán, que tienen un proyecto de reforestación de manglar, y el proyecto de Oceanus A.C. en Quintana Roo, dedicado a la restauración de arrecifes a través del turismo.



Pero al terminar de conocer esta nueva propuesta de la economía rosquilla, puede llegar otra forma de organización a la mente: las abejas. Si tomamos el ejemplo de las colmenas (apis o melipona por ejemplo) podemos observar que llevan millones de años aplicando con éxito esta estrategia de uso equilibrado de los recursos, es decir la economía rosquilla. En cuanto a necesidades, ocupan una casa de buen tamaño. ¿Sabían que estudios recientes demuestran que para escoger su casa, es decir su colmena, la abejas negocian por días, con base en el reporte de las abejas buscadores, antes de tomar la decisión colectiva? Una vez instaladas, al igual que nosotros necesitan comida, es decir polen y néctar de los campos y la selva. La salud es importante, las plagas no son admisibles y tratan de controlarlas. La necesidad de energía la toman del sol que hacen crecer las plantas, y después de la miel y el polen. Alrededor de la colmena también hay límites. Las abejas no deforestan ni aplican productos agroquímicos, así que esos límites los creamos los humanos. La aplicación de agroquímicos que dañan sus sistemas nerviosos o digestivos y la deforestación son afectaciones externas que han generado una fuerte caída de las poblaciones de polinizadores en el planeta. Las abejas conocen sus límites: cuando se ven rebasadas, se organizan, y se separan, o bien se cambian de casa. Con el apoyo de apicultores y meliponicultores dedicados, pueden “dividirse” las colmenas, y ayudarlas a crecer, teniendo como límite la salud del ecosistema que rodea al apiario.


Millones de bacterias, insectos, mamíferos, plantas, hongos, es decir lo que conforma la biodiversidad, tienen este camino que tiende al uso equilibrado de la materia y la energía. Está nueva propuesta para entender la economía nos invita también a mirar hacía ello, hacia una visión cíclica, la cual por cierto es base de la cosmovisión de muchos pueblos originarios del planeta. En el PPD seguiremos promoviendo soluciones locales ante 4 de los límites presentes en este planteamiento (pérdida de biodiversidad, crisis climática, degradación de suelos y cuidado del agua), basada en la naturaleza, sus límites y las comunidades que los conocen.


*Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES)

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