Por Sébastien Proust y Abraham Puebla Castro
El abordaje científico de la colaboración
Por muchos años, se ha enseñado en las escuelas forestales y de ciencias agronómicas, que, tanto en la agricultura como en el sector forestal, se puede resumir a una cuestión de competencia: Los árboles compiten para alcanzar la luz y obtener nutrientes y agua. Las plantas, como el maíz, compiten por los mismos recursos, razón por la cual es necesario sembrarlos en hileras y eliminar cualquier otra planta.
Sin embargo, la ciencia puede abordarse como “La progresiva aproximación del hombre al mundo real” (Max Planck), razón por la cual esas teorías poco a poco evolucionan hasta abrazar la complejidad de la naturaleza. Un cambio transcendental esos últimos años ha sido el redescubrimiento de la colaboración como forma de generar alimentos, hábitat, frutos y madera.
En los bosques y selvas, la científica canadiense Suzanne Simard ha dedicado su vida a estudiar y compartir sus observaciones de la colaboración entre árboles. En vez de competir como podríamos imaginarlo, para llegar primero a la luz, implementó experimentos que demuestran cómo los árboles se comunican a través de sus raíces, y de las asociaciones micorrízicas que forman con diversos hongos. Se han replicado estos estudios en muchos contextos.
Árboles colaborando en Calakmul, Campeche.
Por ejemplo, Alejandra Ysunza, quien coordina el monitoreo en el PPD, realizó su tesis sobre hongos micorrizógenos arbsculares en selvas y potreros. En ella aborda la importancia de esta relación mutualista para ambas partes. Por un lado, algunos árboles al encontrarse en condiciones de estrés y poco favorables, como las de un potrero, se benefician del hongo para adquirir nutrientes. Por otro lado, este tipo de hongos encuentran en las raíces de las plantas un lugar propicio para crecer y obtener compuestos de carbono que la planta produce a través de la fotosíntesis.
Es probable que ambas científicas hayan sido cautivadas por las implicaciones de esta relación cooperativa, que además favorecer la existencia de dos especies tan distintas cuya interacción implica cambios en la fisiología del hospedero (planta) y del huésped (hongo), esto influye física y químicamente en el espacio que las rodea: la rizósfera. Esta cooperación enriquece el suelo a nuestros pies.
Ese (re)descubrimiento de la relación de colaboración de las especies aplica también al reino animal: ya se ha documentado cómo las abejas toman decisiones colectivas y negocian durante días antes de seleccionar un nuevo espacio para su colonia. Los cardúmenes de peces también colaboran, así como mamíferos y aves.
Una milpa maya, en Xyaat ecoturismo comunitario, otra forma de colaboración del frijol, la calabaza y el maíz .
Por lo tanto, podemos afirmar que las ciencias biológicas y forestales han evolucionado últimamente en su forma de abordar las relaciones entre los seres vivos, enfocándose en la cooperación. Resulta pertinente preguntarse por lo tanto si en la sociedad humana, también es necesario revolucionar el pensamiento, y en especial en un contexto de desafíos ambientales cada vez más importante: ¿Para enfrentarlos, debemos competir o cooperar?
Colaboración en sociedad de Homo Sapiens, el caso de las cooperativas
Las sociedades humanas, tenemos la misma habilidad de cooperación para lograr resultados. Una forma de demostrarlo consiste en adentrarse en un modelo de colaboración conocido, el de las cooperativas. Desde el PPD, promovemos este tipo de figuras organizativas, los cuales son eslabones claves para lograr diseñar soluciones locales ante los desafíos globales.
Le preguntamos a Juan Adonaí Ramírez, de la cooperativa SCPP pescadores de Vigía Chico en Punta Allen qué significa para él la colaboración dentro de una organización pesquera. Su respuesta: “En primer lugar significa estar con acuerdos comunes todos. Se puede colaborar de muchas formas, la principal es estar unidos y apoyar todas y cada una de las formas de trabajo. Estar en una cooperativa es involucrarnos más, estar pendientes ayudarnos y salir todos beneficiados”.
Juan, miembro de la SCPP pescadores de Vigía Chico en Puntan Allen. Foto: Juan Ramírez
De forma sobresaliente, esta cultura de colaboración va más allá de la organización interna, y abarca la cooperación entre cooperativas. “Siempre se busca a otras cooperativas, primero porque a veces los mismos compradores de langosta compran en las mismas cooperativas de la zona y tenemos que ver que sea el mismo precio para que no perjudique a ninguna” nos comparte Juan de Punta Allen. Además, nos cuenta que “colaboramos con otras cooperativas por que algunas de las cooperativas de la región no usan o no están capacitadas para trabajar como lo hacemos nosotros y piden que se les de talleres. Y nuestra cooperativa siempre está dispuesta en ayudar, como fue el caso por ejemplo, de enseñar a otras organizaciones pesqueras de la región las casitas pesqueras un arte de pesca desarrollado en Punta Allen”.
Leticia Valenzuela, en el campamento Yaax Che.
Leticia Valenzuela, desde la selva de Calakmul, ratifica lo comentado: “el apoyo mutuo, el trabajo en equipo, que el más grande apoye al que se queda un poco atrás, esos son los valores del cooperativismo”. Por ejemplo en materia de turismo comunitario, las cooperativas se unieron para promover el destino, a nivel estatal y regional. Compartir clientes es un ejemplo claro de esta solidaridad. Una muestra de la convicción de las organizaciones en el modelo, ha sido la creación de una unión de cooperativas con el apoyo del PPD. La figura “nos permite trabajar de forma clara, con reglas internas de trabajo, y además nos permite fortalecer este apoyo mutuo entre cooperativas”. También reconoce que es un reto organizativo: “Para capacitación técnica hay soluciones, podemos formar a las comunidades sobre el tema de turismo por ejemplo. Pero lograr relaciones de paz, armonía y sobre todo coherencia es clave para tener una buena organización cooperativa.
Cooperativas aliadas en Campeche. Foto: Abraham Puebla Castro
En otro sector, el apícola, los cooperativizados emulan la colaboración de las abejas. En la cooperativa “La Flor de Tajonal” en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, Eduardo Moo Pat su presidente nos comparte: “La cooperativa se creó para lograr el pago justo y por nuestra miel, así como mejores tratos comerciales. Es decir, la razón fue buscar un precio más justo porque el problema histórico más grande para los productores es que le suelen recortar el precio “Lo machetean mucho” como le dicen. También hacemos compras colectivas que reducen nuestros costos gracias a los precios preferenciales por volumen. De igual forma hemos podido incidir en algunos programas que el gobierno maneja y hacer que se escuche la voz de los apicultores, así como defender el territorio en el que nos encontramos y coexistimos con las abejas. En resumen, estar unidos nos hace fuertes ante muchas situaciones complejas.”
Eduardo también comparte retos de este trabajo en colaboración: “La toma de decisión era un reto pues al principio era más tardado ya que éramos 45 fueron luego 115 socios y recientemente con 30 nuevos socios somos 145. Entonces esto de alguna manera complica la toma de decisiones que son en asamblea, por consenso.
Con base en esos 16 años de experiencia, nos comparte consejos para lograr una cooperativa exitosa:
Establecer las reglas del juego, pueden ser escritas o no escritas, en reuniones colectivas, se plantean las normas, eso genera una sinergia y una acción de empoderamiento.
Involucrar a los compañeros, que se sientan incluidos. La transparencia en la administración es sumamente importante.
El trabajo colectivo y la responsabilidad compartida. Se tienen que escribir aquellas reglas que son importantes para perpetuarlas, darles seguimiento y continuidad.
Vincular la cooperativa con una actividad rentable, cuando no hay dinero, el amor se va por la ventana.
Eduardo Moo Pat (izquierda) y miembros de la cooperativa “La Flor de Tajonal”. Foto: Andrea Egan
Beneficios ambientales de la cooperación
La organización COBI A.C. especialista en pesquería sustentable y con la cual el PPD colabora en el marco del proyecto “Sustentabilidad y las siguientes generaciones de pescadores”, proyecto en el cual Juan participa, ha investigado la relación entre conservación y organización. Un artículo clave demuestra la relación benéfica de la organización social sobre la reducción de la depredación en el mar. Otro estudio de esta ONG subraya el rol de las mujeres en este contexto de colaboración.
Desde Punta Allen, Juan confirma estos hallazgos: “Nosotros igualmente que nuestros padres y abuelos inculcamos a nuestros hijos a cuidar lo que nos da de comer y equilibrar todo. Como cooperativa se organizan pláticas de cómo afectaría si nosotros recolectamos las langostas pequeñas o las que están embarazadas o las que no dan la talla. Y así somos maestros de nuestro mismo entorno y compartimos esos logros con todas y todos. Como cooperativa, podemos hacer pesca sustentable sin dañar el ecosistema y poder beneficiarnos de los recursos naturales con moderación”.
El testimonio de los tres cooperativad@s resulta importante para confirmar que la cooperación en empresas comunitarias puede resultar mucho más provechosa para lograr beneficios ambientales y sociales. Tal como mencionado en una aportación del Dr. Francisco Rosado May en el boletín del PPD, la cooperación es la base de los “Negocios interculturales”. “No existe la palabra competir en lengua Maya” manifiesta uno de los entrevistados en el estudio en el cual se basa la nota. Suzanne Simard también menciona en sus obras que el conocimiento sobre la colaboración entre árboles y plantas no es un descubrimiento de ella, sino un conocimiento arraigado en comunidades indígenas de todo el mundo.
Podemos observar este conocimiento milenario, aplicado a la organización social y crear nuevas formas de organización comunitaria, para juntos enfrentar desafíos ambientales como la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, o una pandemia.
Otras forma de colaboración en la naturaleza: el manglar con toda la flora marina, en Isla Arena, Campeche
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